30 octubre 2005

El día de todos los santos

Dentro de dos dias es el Dia de Todos los Santos. Te da que pensar. Es un poco doloroso, que esté tan cerca de la Navidad, porque regresan a mi cabeza los seres queridos que ya no están conmigo y que tampoco estarán esta Navidad. Realmente no soy de ir al cementerio, prefiero recordar a mis abuelos como cuando era una niña, cada uno con lo suyo, en plena actividad de sus vidas. Mi abuelo Federico con su perro Lucero, un perro grande y negro fiel hasta la médula. Para mi es inolvidable la velocidad con la que bajaba las escaleras para ir al parque, con mi abuelo y su perro. El animalillo siempre se daba en la cola con la puerta de salida y tenía un pelado por ese motivo. Mi abuelo siempre decía: -Fuera perrillo...- con voz dulce, no chillando, cuando Lucero se acercaba demasiado a mi cara. Y yo lo quería mucho. Era delgado y gracias a él yo y mi hermana tenemos los ojos azules. Siempre nos llevaba al colegio, todos los días puntual en la puerta. Cuando murió yo tenia 6 años y me acuerdo que lloré en la cola para entrar a clase. Ya nunca las Navidades volvieron a ser lo mismo: confeti hasta la rodilla, todos en casa de los abuelos, juegos, risas...
Mi abuela Rosario estuvo más años con nosotros. Me encantaba su sopa de fideos, aun recuerdo la música del telediario mientras me zampaba mi gran plato de fideos, y luego se acostaba la siesta y yo recorria toda la casa en busca de tesoros, o me metía en la cocina a fabricar platos suculentos con miga de pan y agua. De mi abuela guardo su toquilla, como ella le decía, de color berengena, y no puedo evitar ponerme a llorar si algún día arreglando un armario sale y me recuerda su olor... Creo que no me porté muy bien con ella. Mi abuela se hizo mayor y yo llegué a mi adolescencia, era rebelde, egoista,... no se todas esas cosas que nos pasan cuando tenemos 16 años. Pero me he arrepentido siempre. Lamento no haberla abrazado más, no haberla mimado como ahora mimo a los abuelitos de las residencias, pero yo la quería, eso no me lo quita nadie.
Y bueno, desde aquí les mando un beso, espero tener dentro de mí algo de ellos dos porque eran unos abuelos maravillosos.